La muerte de un vendedor ambulante procedente de Senegal ha levantado ampollas entre sus compañeros y la Policía tuvo que hacer frente a disturbios en el madrileño barrio de Lavapiés. Si bien las fuentes oficiales califican el suceso de «muerte natural», lo cierto es que se ha generado una polémica que reúne tintes racistas y clasistas, y que vuelve a abrir el debate sobre el control de la inmigración y los negocios ilegales que la rodean.
No solo Madrid protestó, sino que otras ciudades como Barcelona se manifestaron para pedir un mejor trato para las personas inmigrantes que tan solo pretenden ganarse la vida sin robar ni asesinar a nadie. Aunque esto requiere una reflexión compleja y un debate de altura, parece que el Gobierno Español se va a volver a desentender de un asunto social.
Conflicto en un barrio multicultural
Mame Mbaye, de nacionalidad senegalesa, falleció y desencadenó una reacción por parte del resto de manteros que los llevó a hacer arder la noche madrileña. En un intento de visibilizar lo vigilado que está su colectivo, llegaron a incendiar una moto, que ardió en llamas hasta quedarse en su esqueleto.
Los manteros acusan a la Policía de ser responsables de la muerte de Mbaye, aunque un testigo afirma que cuando Mbaye se desplomó al suelo por causa de un paro cardiaco no estaba siendo perseguido por nadie. Además, en la concentración del viernes se han querido desmarcar de la violencia de la noche del jueves y el homenaje se realizó sin ningún tipo de disturbio.
En la plaza Nelson Mandela, la rabia de los manteros les llevó a destrozar el arbolado y quemar las bicicletas municipales. Lavapiés es conocido como el barrio más multicultural de Madrid, con alrededor de la mitad de la población de origen extranjero. Lo cierto es que hubo división entre los que querían hacer destrozos y los que pedían no ensañarse con el mobiliario urbano, pero el caso es que ningún cristal roto devolverá la vida a Mame Mbaye.