La muerte de un vendedor ambulante procedente de Senegal ha levantado ampollas entre sus compañeros y la Policía tuvo que hacer frente a disturbios en el madrileño barrio de Lavapiés. Si bien las fuentes oficiales califican el suceso de «muerte natural», lo cierto es que se ha generado una polémica que reúne tintes racistas y clasistas, y que vuelve a abrir el debate sobre el control de la inmigración y los negocios ilegales que la rodean.
No solo Madrid protestó, sino que otras ciudades como Barcelona se manifestaron para pedir un mejor trato para las personas inmigrantes que tan solo pretenden ganarse la vida sin robar ni asesinar a nadie. Aunque esto requiere una reflexión compleja y un debate de altura, parece que el Gobierno Español se va a volver a desentender de un asunto social.
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